«Tahití», un nombre que evoca la magia. Las Islas de Thaití son, con razón, un destino mítico. Lejanas, tropicales y exuberantes. Con 5 archipiélagos, 118 islas y otras tantas oportunidades de apreciar toda la diversidad de la Polinesia: Lagunas legendarias, montañas espectaculares, y tradiciones milenarias.
Las Islas de la Sociedad son las islas principales desde un punto de vista administrativo y, más especialmente Tahití, donde esta situada Papeete, la capital de la Polinesia Francesa. Las Islas de Barlovento son el corazón histórico del desarrollo de la Polinesia moderna.
Thaití, la mayor isla de todo el archipiélago polinesio, esta formada por dos macizos volcánicos: Tahití-nui dominado por el monte Orohena y Tahití-iti, cuya mayor cumbre es el monte Mairenui. Enfrente, a sólo17 km en barco, se alza orgullosa la apacible y no menos mágica isla de Moorea con su laguna resplandeciente y sus montañas de crestas afiladas.
La segunda joya del archipiélago de la sociedad son las Islas de Sotavento, geológicamente más antiguas que las de Barlovento. Se caracterizan por una corona coralina más avanzada, ofreciendo un aspecto diferente: Montañas de cumbres suavizadas que han cedido su lugar a la laguna. Huahine, Raiatea y Taha,a, rodeadas por la misma laguna, y Bora Bora y Maupiti, dos islas a las que se accede fácilmente en barco.
Tahití: La isla Reina
De las playas de arena negra de la costa este a las de arena blanca de la costa oeste, Tahití se descubre y se explora de mil y una formas. El interior de la isla, de un relieve escarpado, es un reino vegetal, donde conviven cataratas, tubos de lava y lugares sagrados. De la fantástica excursión del Te Pari a la legendaria ola de Teahupoo, el visitante queda sin aliento ante tantas maravillas naturales.
Moorea: La isla atemporal
Llena de color, florida, radiante, la isla de Moorea es un deleite para todos los sentidos. Pasear entre los jardines y las playas de arena blanca, la multitud de flores y las plantaciones de piñas. Moorea es asimismo un maravilloso spot para los buceadores que enseguida caen rendidos ante este ecosistema variado de arrecifes coralinos y su mezcla llena de colorido de flora y fauna submarinas. Con bombona, o simplemente con unas gafas, las rayas, los tiburones y las tortugas marinas se muestran generosamente en su laguna resplandeciente en tonos azules.
La majestuosidad de sus montañas, se presta para numerosas excursiones en medio de una vegetación variada y exuberante. A pie, en 4×4, a caballo o en quad, las opciones para explorar la isla son infinitas.
Huahine: La auténtica
Con una superficie de alrededor de 75 km2, Huahine está formada por dos islas: Huahine Nui al norte y Huahine Iti al sur, conectadas por un puente que separa las dos grandes bahías.
Unos 6.000 habitantes viven en esta exuberante isla, cuyo principal distrito es Fare. Pequeño pueblo lleno de animación, pero apacible.
Esta isla es un concentrado de actividades marítimas y terrestres: Las magníficas playas de arena blanca en los distritos de Fare y de Parea, paseos por la laguna y sus colores mágicos o explorar los fondos marinos.
Raiatea: La isla sagrada
Raiatea, la cuna de los dioses, alberga numerosos tesoros arqueológicos. La isla cuenta con una flora y una fauna raras y preservadas, que hacen las delicias de los científicos, ecologistas y amantes de la naturaleza. En el monte Temehani crece una planta cuya flor es única en el mundo, la tiare Apetahi. Convertida en símbolo de Raiatea.
También en Raiatea es donde se encuentra el único río navegable de la Polinesia, el Faaroa. Una excursión insólita en piragua es propuesta hasta el corazón de un forndoso bosquetropical de bambú.
Las playas son casi inexistentes, pero basta con desplazarse en kayak o en barco a los motu para bañarse en unos idílicos jardines coralinos o descansar a la sombra de los cocoteros.
Taha’a: La isla de la vainilla
El tiempo parece haberse detenido en Taha’a, isla secreta y salvaje que parece un gran jardín exuberante. La isla se parece a un inmenso jardín colorido y perfumado en el que la vainilla es la reina.
En efecto, es en Taha’a donde se produce más del 80% de la célebre vainilla de Tahití, la variedad preferida de los auténticos aficionados.
Los cultivadores inician de buen grado a los visitantes a los complejos ritos de esta especia de la que se respira el perfume suave y embriagador en cada rincón de la isla.
Bora Bora: La perla del Pacífico
Bora Bora es un volcán que se alza sobre una de las más hermosas lagunas del mundo, con infinitos matices de azul, del más translucido al más profundo.
Los inmensos motu con playas de arena blanca bordeadas de cocoteros rodean la laguna esmeralda poblada por multitud de peces y corales de tonos mágicos.
Oasis de paz y refinamiento sobre la laguna, el concepto de bungalows sobre pilotes es algo que merece la pena conocer. Desde esas villas que parecen flotar sobre la superficie del agua, uno queda hechizado con los colores del agua y la puesta de sol.
Con sus particularidades, sus idiomas, su gastronomía y su cultura, la Polinesia ofrece al viajero la oportunidad de descubrir un universo auténtico y acogedor donde se sabe disfrutar de la vida.