Barcelona es una de las cinco bases de cruceros más importantes del Mediterráneo. Esta tendencia, que ya se venía señalando en los últimos tiempos, se ha consolidado en base a estudios del sector y a los datos aportados por el Puerto de Barcelona y las compañías que tienen base en la Ciudad Condal.
La capital catalana se sitúa al mismo nivel que los puertos principales del Mediterráneo, como el de Civitavecchia (Roma) e incluso puede competir con los puertos de la costa caribeña, a pesar de la diferencia en el número de cruceros en una y otra región. Ello se debe a diversas razones, como la situación estratégica de la ciudad para los barcos que viajan por el Mediterráneo (cerca de la Costa Azul francesa y las Islas Baleares, dos de las subregiones con más frecuencia de cruceristas, pero al mismo tiempo a poca distancia del norte de África), las conexiones internacionales por avión que facilitan la llegada de cruceristas de otros países, el propio interés que despierta la ciudad como destino turístico y la seguridad que proporcionan las inversiones en el puerto, que recientemente ha emprendido una reestructuración a fondo que le permitirá acoger a naves más grandes.
Y son precisamente estas naves de gran tamaño las que tienden a establecer su base en Barcelona, y hacen crecer el volumen de pasajeros y de negocio que pasan por la Ciudad Condal. La mayoría de las navieras de cruceros (excepto las de lujo, que suelen operar barcos más pequeños) están ampliando su flota con barcos de gran tamaño, que permiten no sólo alojar a más pasajeros sino diversificar las instalaciones de a bordo, especialmente importantes en el caso de los cruceros que realizan viajes largos, en los que hay que ocupar largas horas de navegación. Y no todas las ciudades son adecuadas para este tipo de puertos, sea por razones de un litoral irregular (como sucede en el norte de Italia o en Croacia) o por el peligro que pueda suponer para la propia ciudad o su ecosistema (véase la reciente decisión de las autoridades venecianas de limitar el acceso a las naves de gran tamaño). En comparación, la accesibilidad de la costa barcelonesa y el ya existente tejido portuario (tanto para los buques de crucero como para los de mercancías) facilita las ampliaciones y mejoras en el puerto. Es de esperar, pues, que en los próximos años Barcelona mantenga su puesto como una de las bases de cruceros más importantes del Mediterráneo.