Como todos bien sabéis, en el mundo del mar hay una tradición muy arraigada, que es la de bautizar los nuevos barcos rompiendo una botella de champán contra la proa del buque en el momento de la botadura. Esta ceremonia es de obligado cumplimiento, ya que se supone que trae buena suerte y fortuna al barco y los que navegarán en él.
Esta tradición se remonta a la antigüedad, se origino de una costumbre pagana, que más tarde se cristianizó y acabó adoptándose en la sociedad moderna. Se exigía un sacrificio para proteger el navío, parece ser que los primeros sacrificios fueron humanos, después de animales, y luego en la época clásica se sustituyeron por ofrendas de alimentos, agua y vino.
Parece ser que los griegos fueron los primeros en estrellar ánforas de vino en la cubierta de los buques recién botados y por la superficie del mar, como ofrenda a Poseidón, para pedirle disculpas por irrumpir en sus dominios. Una costumbre que luego llevaron a cabo los romanos para su dios del Mar Neptuno.
En la modernidad el Champán reemplazó al vino por ser más adecuado para las ceremonias solemnes.